Nuestras cuatro colegialas se han preparado a conciencia (y en conciencia) durante todo el curso para esta experiencia de voluntariado internacional.
Saben que les cambiará las vidas. Pero no saben ni cómo ni cuánto. Podemos impartir un curso de formación para el voluntariado. Pero cada experiencia es única y su riqueza radica en su valentía para dar el paso.
No serán unas vacaciones. Y lo saben.
Si van como voluntarias lo hacen para servir a Dios y al prójimo.
Servir; ser y sentirse útiles para con los más necesitados. Podremos medir sus respectivos viajes por kilómetros si trazamos sus trayectos sobre un mapamundi. Pero el viaje verdadero, el viaje que no tiene medida ni mesura, es su viaje interno.
Un viaje interior que profundiza más cada kilómetro que se alejan de sus familias. Parten para lo desconocido. Lo hacen para conocer realidades completamente diferentes a las que la vida las ha brindado. Para conocer… y en muchos casos, para reconocerse. Porque es en la distancia, en la intimidad y en su soledad, que se descubrirán, o mejor dicho, se redescubrirán.
Cuando retornen serán las mismas personas, pero habrán cambiado del todo.
No diremos que madurarán en su viaje porque sentir la llamada para hacerlo implica, ya de por si, madurez. Pero sí cubrirán esa madurez con un velo de experiencia personal. Volverán a sus hogares habiéndose entregado al prójimo. El turista regresa de su viaje con la maleta llena de recuerdos. La voluntaria regresará con su corazón repleto de amor.
Van a tierras extrañas con nuevos acentos y nuevas lenguas. Climas distintos; alimentos por descubrir; colores diferentes… Y en el fondo, en la intimidad, buscarán fuerzas para comprender las respuestas a muchas preguntas como el por qué de esas diferencias.
Si parten con dudas, con preguntas existenciales, tal vez no encuentren las respuestas en sus destinos. Quizás las respuestas las llevan ya consigo y sea allá, en soledad, donde afloren.
Corazones valientes y audaces que, cargados de amor y fe se subirán a un avión para compartir la más preciada de sus posesiones: compartirse a si mismos. Ejemplo de generosidad.
Ángela y Andrea irán a un pueblo del Camerún. Belén parte para Colombia y Adriana viajará a Guinea Ecuatorial.
Por todo esto y por todas ellas celebramos la misa de Acción de gracias y de envío misionero.
¿Quiénes son y a dónde van nuestras valientes y entregadas misioneras?
- Andrea Herrero Albo y Ángela González Ansonera van a Bamendjou, un pueblo en el oeste del Camerún. Allí tendrán por misión apoyar a la colonia de verano como el dispensario y la maternidad. Nuestras hermanas camerunesas las darán cobijo y convivirán con ellas durante toda su experiencia, alojadas en nuestra comunidad.
- Belén Zamorano y una amiga cruzarán el Atlántico con destino en Colombia. Van a Santa Elena, cerca de Medellín. Colaborarán en un proyecto de acogida para niñas y madres desplazadas por la guerrilla y las FARC. En la actualidad son veintidós niñas las que viven en la casa. Muchas de ellas, la mayoría, huérfanas. Al igual que Ángela y Andrea se alojarán con nuestra comunidad.
- Adriana Marijuán y una amiga parten para Bata, en Guinea Ecuatorial. En nuestra casa. Reforzarán la labor de nuestras hermanas en la colonia de verano para niños y en el comedor de ancianos.