El tiempo pasa, no se para. Fluye constantemente.
La experiencia se amasa con el tiempo. Fruto de cada vivencia, de cada alegría, de cada pena.
Y entre ambos, el paso del tiempo y la acumulación de experiencia, reside el reconocimiento.
Un reconocimiento que comprendemos como ser conscientes de ambos: del paso del tiempo y de la experiencia adquirida. Darse cuenta de ambos, de lo vivido entre los dos y agradecerlo. Un agradecimiento acompañado, siempre, de una reflexión, o pregunta… ¿Cómo puedo mejorar?
Así entresacaremos el todo que aúna la experiencia. Compuesta por lo bueno y por lo malo; lo mejor y lo peor de nosotras mismas… Y entresacándola y comprendiéndola, atisbaremos el margen de mejora que tenemos, como personas, como mujeres, para ir haciendo de nuestro yo, un yo mejor cada día.
Termina el mes de mayo.
Y con mayo se nos escapa un ciclo en nuestro Colegio Mayor. Visto ahora nos parece un suspiro… Pero este ciclo comenzó dando la bienvenida a nuestras colegialas, a principios de curso. Y ya lo estamos terminando. Un suspiro compuesto por miles de risas. Miles de suspiros. Centenares de exámenes; medallas; conciertos; misas… y alguna que otra lágrima. La suma de todo esto, junto con el tiempo que se toma cada cosa en suceder… sumando ese «reconocimiento» del que hablábamos… nos hace madurar. Porque una persona abierta a la vida madura siempre. Y madura porque comprende lo que pasa a su alrededor. Y la vida, queramos o no, es la suma de muchos cambios y nuestra capacidad para adaptarnos a ellos.
Nuestras colegialas retornarán a sus respectivos hogares con nuevas relaciones. Atesorando nuevas experiencias vitales. Habiendo aprendido y desaprendido cómo enfrentarse a la vida. Habrán superado el reto de venir a Madrid, al Colegio Mayor Mara (sobre todo las novatas) dejando sus ciudades atrás. Pero un reto superado solo cobra sentido cuando supone el comienzo de otro reto nuevo. Nuevos retos, nuevos desafíos, y para algunas, otros horizontes.
La vida en el Colegio Mayor cobra sentido sobre todo, vista en perspectiva. O «con perspectiva». La del tiempo. Ahora quedan atrás las actividades de integración. El descubrimiento del resto de las colegialas. El reencuentro con antiguas amigas y nuevas.
Hechas las presentaciones e integradas en la familia que es el Mara, afloró la riqueza humana de nuestras colegialas. Individualmente cada una aporta su granito de arena: su pasado, su presente… para siempre formar parte de sus vidas en el futuro. Conocimientos, competencias, destrezas, aptitudes y cualidades… Mujeres comprometidas con la realidad social que las rodea. Formadas y conscientes de su papel en la Sociedad.
Competencias, por cierto, premiadas recientemente. Hubo reconocimientos por parte de la Asociación de Colegios Mayores de Madrid para nuestras colegialas.
¡Para el esfuerzo de nuestras colegialas!
Reconocieron el papel de las colegialas del Mara en deportes, en teatro, en el cine y en el taller de debate.
Termina un curso…
Momentos de silencio y soledad; confidencias de madrugada… lágrimas, de alegría y de pena. Notas buenas y notas mejores… Solo queremos pensar y así lo deseamos todas las que hacemos posible el Mara, que haya sido un curso positivo para todas nuestras colegialas. En el aspecto académico, por supuesto. Pero más allá también, en el personal… con la vista puesta en el futuro de todas y cada una de nuestras colegialas.