Las últimas palabras que compartió Saman Kunan en un vídeo fueron:
«Llevaremos a los niños a casa»
Hemos creído conveniente conceder esta entrada en el blog del Colegio Mayor Mara a una persona que se ha entregado por Amor al prójimo. No sabíamos cómo hacerlo. Pero sabíamos que teníamos que rendir homenaje a un héroe cuyos valores compartimos. Una persona cuya historia ha servido para remover conciencias y congraciarnos con el resto de la Humanidad y con nosotros mismos.
No lo dudó ni un instante.
Cuando conoció la noticia que ha sacudido al mundo entero en estos días, se presentó voluntario.
Saman Kunan ivía por y para los demás
Según hemos podido ir conociendo al hasta ahora «héroe anónimo», Saman Kunan tuvo que ser una persona excepcional. De esas que nos congracian con la especie que somos los seres humanos. Un hombre capaz de abandonar todo cuanto está haciendo para presentarse voluntario en una misión suicida… Una misión con muchos oscuros y pocos claros. Y si no suicida, quizás estéril, a priori.
Se trataba de rescatar a un grupo de niños que se habían quedado atrapados en una cueva. Pero no en una cueva cualquiera. Un complejo de cuevas y galerías subterráneas. Un laberinto tridimensional de agua y cieno. De galerías verticales y horizontales. Gateras, simas, pozos y agua. Mucha agua. Porque hablamos de una cueva en Tailandia, en época del monzón. El monzón implica lluvias torrenciales que pueden arrasar con todo y elevar el nivel del agua del mar unos cuantos metros en pocos minutos.
La razón hacía pensar que los niños habrían fallecido y nos refugiamos en la fe rezando por sus vidas
Esa era la combinación de riesgos a la que se tendría que enfrentar. Y como militar, deportista y submarinista lo sabía.
Una cueva anegada por el agua del mar. Más de 4km de profundidad. Y allí acudió nuestro paladín para salvar a unos niños que conforme huían del agua se adentraban en las entrañas de la tierra. Cuanto más avanzaban para salvarse más severa era su condena.
Saman Kunan llegó hasta los niños. Un trayecto de 5 horas buceando sin visibilidad en buena parte del trayecto. A tientas. Hasta que llegó a los niños. Comprobó, junto con su compañero de misión (porque nunca se bucea en solitario por el riesgo del deporte). Ambos tranquilizaron a los niños. La ayuda está en camino. Tendréis ropa y alimentos. Os llevaremos de vuelta a casa.
Su trayecto de vuelta a la entrada de la cueva se eternizó. Consumió todo el oxígeno que portaba consigo. Murió ahogado. Falleció en el medio que más amaba, pues como submarinista tenía que amar el agua. Pero su corazón amaba a sus semejantes por encima de todo.
Lo describen como altruista y deseoso de servir y hacer el bien a los demás.
Saman Kunan se ha convertido en referente moral. Vivimos una época de desinterés. De egoísmo. Una época en la que lo transcendental se ha banalizado y lo banal ha cobrado trascendencia.
Y de pronto nos sacude la conciencia un señor anónimo hasta su muerte.
Saman Kunan ha entregado su vida por amor al prójimo
Bonito mensaje, ¿no creéis?
Salvar a esos niños ha tenido un precio. Y Saman Kunan lo ha pagado con heroísmo. En silencio, a oscuras, sumergido en el agua, enterrado en vida en un agujero de 4km de profundidad.
Él conocía el riesgo y corrió a socorrer a los niños. Lo ha pagado con su vida. Pero al resto de la Humanidad nos ha hecho comprender que venimos para amar. Llegamos a este mundo por Amor. Vivimos y concebimos la vida con Amor. Luchamos por Amor y las personas como Saman Kuman saben incluso desprenderse del bien más preciado: su vida, por Amor.
Descansa en Paz, amigo.